22.9.13

Reflexiones sobre un trabajo de campo en Marruecos

“Paul Rabinow (1944-) es profesor de Antropología en la University of California (Berkeley), Director del Anthropology of the Contemporary Research Collaboratory, y Director del Human Practices for the Synthetic Biology Engineering Research Center (SynBERC). Especialmente conocido por su larga e influyente aproximación y reflexión sobre el pensamiento de Michel Foucault, y la aplicación de tal teoría y metodología al campo de las ciencias sociales
Sus obras principales incluyen: Marking Time: On the Anthropology of the Contemporary (2007); Anthropos Today: Reflections on Modern Equipment (2003); Essays on the Anthropology of Reason (1996), Making PCR: A Story of Biotechnology (1993); French Modern: Norms and Forms of the Social Environment (1989); The Foucault Reader (1984), Michel Foucault: Beyond Structuralism and Hermeneutics (1983) (with H. Dreyfus); Reflections on Fieldwork in Morocco (1977 & 2007).”
Wikipedia – Paul Rabinow

Este ensayo de carácter metaantropológico me llamó la atención desde el principio, en primer lugar, por lo reciente que tenía aún un viaje a Marruecos, y en segundo lugar, por el carácter reflexivo del mismo, en lo que a efectos metodológicos en el antropólogo refiere.
Encontré la obra doblemente interesante por ello, pues el autor, además de retratar con el estilo propio de los trabajos etnográficos una cultura tan lejana y a la vez tan cercana como es la cultura árabe para los europeos, y más concretamente, para los españoles, analiza la propia realidad psicológica del antropólogo, información que a mí, personalmente, me apasiona.

Así pues, en lo que a su análisis respecta, hay dos puntos que tratar: el análisis etnográfico y el autoanálisis psicológico descriptivo del antropólogo a sí mismo.

Respecto al análisis, debo decir que los datos aportados mediante las entrevistas en profundidad, así como los recabados a posteriori con la progresiva socialización del científico en la cultura marroquí, resultan considerablemente buenas en tanto al aporte esclarecedor que hace sobre los residuos del colonialismo y su evolución al nuevo neocolonialismo, que a su vez entra a desarrollar el conflicto de identidad cultural como consecuencia del idioma.
No obstante, y en contraposición con las observaciones que realicé durante mi estancia en Marruecos, el ensayo conforma una información valiosísima para poder entender la actual situación que allí se está viviendo de reivindicación cultural por parte de los bereberes frente a la ya retratada en el ensayo “exaltación” o “reivindicación” del árabe como lengua propia de la cultura marroquí.
En el tiempo presente, esa misma situación de conflicto entre la cultura colonialista francesa y el Árabe se está dando entre el Árabe y el bereber.
Desgraciadamente, y pese a las cerca de treinta horas de entrevista en profundidad llevadas a cabo con un informante clave bereber de esta realidad, me faltan suficientes datos como para poder desarrollar este tema como realmente merece.

Dando este apartado por terminado, paso a lo referente al proceso de autoanálisis que hizo destacar a esta obra sobre otras de igual temática u objeto de estudio: el análisis autorreflexivo que el autor hace del proceso etnográfico.
Ésta es la parte del estudio que, sinceramente, más interesante me resultó, pues aunque la proximidad reciente a la cultura árabe me inducía un interés particular, son los procesos mentales y psicológicos de los investigadores y científicos en los desarrollos de creación de información uno de los objetivos clave de mi interés sociológico y antropológico, en cierto sentido, similar a la opinión del autor.
Para empezar, me llama mucho la atención la mención que hace al principio de su obra en lo referente a las opiniones de sus profesores en lo referente al trabajo de campo: la división entre aquellos antropólogos que habían hecho trabajo de campo y los que no; y dentro del primer grupo, la opinión compartida de que un antropólogo no es verdaderamente un antropólogo hasta que no ha hecho trabajo de campo.
La forma en que Rabinow retrata esta actitud compartida al principio del ensayo, como un pensamiento casi sectario dentro de las ciencias sociales, se entiende al finalizar el mismo, pues las continuas reflexiones que va haciendo el antropólogo explican y ejemplifican dicha actitud.
Mirando con perspectiva esa situación, se puede deducir que es la socialización del antropólogo en la sociedad que estudia, así como la humanización de los “individuos entrevistados” los que hacen que la percepción del trabajo de campo sea tan importante en la formación del antropólogo como científico social. De hecho, simplificando las anotaciones autorreflexivas del científico a su factor común, se observa como la mayoría son acontecimientos que el autor no había previsto en sus hipótesis (propio de la ingenuidad o inocencia del extranjero que parte de un subconsciente etnocentrista que enjuicia la realidad bajo unos valores culturales distintos a los propios de la cultura observada).
Sobre esta situación particular de los trabajos de campo de las ciencias sociales, y más concretamente de la etnografía, se ha escrito una notable cantidad de teoría en referencia a la búsqueda de objetividad del antropólogo, a fin de: 
- Por una parte, no juzgar un hecho según los valores de la cultura origen del investigador;
- Y por otra, asegurarse una mayor calidad de observación al no etiquetar como “evidentes” ciertos rasgos culturales comunes entre la cultura analizada y propia.

Queda demostrado, por otro lado,  que es necesario que el antropólogo haga observación participante, pues la no participación implica una simplificación en la cantidad de datos recabados, y por ende, una objetividad reducida en el análisis posterior de las observaciones.
Esto supone, dentro del código deontológico, un conflicto ético para el científico, pues por una parte, debe tratar de quitarse de la ecuación para observar sin modificar los hechos sociales observados, pero por otro lado, no puede mantenerse aislado de dicha realidad, tanto por la validez del estudio, como por la influencia psicológica y emocional que supone la interacción con personas (entiéndase que la categoría de persona implica una dignidad inherente al hecho de ser personas con consciencia, y no objetos teóricos de estudio, que sería más apropiado denominar como “individuos”).


En conclusión, y cerrando ya este análisis sobre el ensayo “Reflexiones de un trabajo de campo en Marruecos”, considero que la investigación sobre la labor científica de los investigadores sociales que hacen trabajo de campo requiere, a fin de desarrollar una metodología más válida, objetiva y generalizable, un desarrollo exhaustivo por parte de los propios investigadores, pero no solo desde una teoría alejada de las personas y de la interacción, sino como el autor hace en su obra, como observador participante. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario