29.5.13

Trabajar en grupo

Como sociólogos, se supone que una de nuestras especialidades es la adecuación de distintas personas en un mismo grupo de trabajo a fin de lograr la mayor eficiencia y duración de dicho equipo. Como medio para lograrlo se recurre normalmente a un proceso de transformación de un grupo de trabajo en un grupo de amigos.

Ciertamente, no se trata de hacer que todos en la oficina se vuelvan unos colegas inseparables que se pasen el día de palique, pero lo que si se busca es que entre todos haya espíritu de equipo y solidaridad mutua, porque de ese modo, la falta de flexibilidad en la organización de una empresa puede quedar cubierta con el trato horizontal (de igual a igual, sin diferencia de jerarquía), que dinamiza y “engrasa” las distintas partes para lograr un mejor funcionamiento global.

Esto viene en parte a cuento con el tema ya planteado de las externalidades: cuando un grupo de compañeros de trabajo se transforma en un grupo de amigos que trabajan juntos, la empresa adquiere el beneficio de la eficiencia, además de un mayor grado de responsabilidad para/con la empresa por parte de los empleados. De la misma manera, pero como objetivo indirecto, un ambiente de trabajo más agradable, con amigos en lugar de compañeros, repercute directamente en la calidad de vida y laboral del trabajador, no hace falta explicar por qué.

Hasta aquí, todo es muy evidente. Pasamos ahora a la segunda parte, las sugerencias prácticas:

-    En primer lugar y antes de cualquier otra cosa, hace falta un líder. No es el que manda a los demás y  no hace nada (eso es un jefe), ni el que da órdenes a diestro y siniestro sin mirar por nadie más que por sí mismo o por el trabajo. No, el líder, además de ser un atributo reconocido y otorgado por el resto del grupo, es aquella persona que trabaja igual o más que los demás, que organiza las distintas partes, mantiene la comunicación entre ellas y grita, llama, aplaude e insiste, sobre todo insiste, para que todo se haga. Un buen líder, dicho sea de paso, debe ser capaz de solucionar los conflictos que surgen dentro del grupo entre los miembros, además de saber mantener la moral alta. Esto puede parecer una tontería, pero si todo el mundo anda desmotivado no se consigue nada ni bien ni a tiempo. En cambio, si todo el mundo está activo y con ganas de esforzarse, ya pueden dar las 4 de la mañana que tú sigues ahí trabajando sin plantearte irte a dormir.
-    De esas labores del líder, se deducen la mayoría de los elementos importantes: 
*    Comunicación: que todo el mundo sepa que tiene que hacer, que no tiene que hacer y cuándo tiene o para cuándo tiene que tener las cosas hechas. Tontería que por trivial y evidente a veces conduce al error.
*    Coordinación: organizar quién hace qué, juntar las partes, mandar rectificar las cosas que estén mal, estar enterado de qué es lo que está haciendo cada uno para llevar siempre una visión global del proyecto, estructurar “el esqueleto” del proyecto: los objetivos, el formato… la base a partir de la cuál empezar a trabajar.
*    Motivación: mandar rectificar algo cuando no esté mal sin que te tiemble la voz no siempre es fácil, pero atraer miradas de odio al hacerlo sucede sin quererlo. Por eso, no solo se trata de decir que algo está mal y hay que hacerlo mejor, sino que cuando algo esté bien, te asegures de agradecérselo a aquel que lo haya hecho de manera en la que le gustaría que se lo agradeciesen (ya sea diciéndole a todo el mundo lo bien que lo hace, hablándole de manera solemne de una manera entre adulta y estoica, dándole una chocolatina…¡cada uno es diferente!). Los discursos emotivos no suelen funcionar a no ser que se sea bastante bueno, según mi experiencia, limitad su uso. Ah, no hay mayor motivación que la amenaza directa de: “o lo haces tú o no se hace”, siempre y cuando el objetivo del proyecto repercuta directamente en esa persona a la que estás…forzando. También es peligroso a nivel personal: la gente suele mosquearse.
*    Constancia y/o plazos de entrega: esto es de lo más difícil, porque se empieza bien, y se termina también fuerte, pero en el valle del punto medio… aaaiii cuantas horas mal invertidas. Ponerse plazos de entrega es una buena idea para tratar de llevar las cosas al día, pero hace falta la fuerza de voluntad que te permita no cambiar el día constantemente.
*    Solución y tratamiento de los conflictos: para esto hace falta bastante paciencia y buen ojo, o en su defecto, contar con algún integrante del grupo que sea una persona cercana y que te vaya diciendo los problemas que están surgiendo y por qué, para poder solucionarlos, o al menos posponerlos hasta que el trabajo/proyecto esté finalizado.
*    Algún detalle que se me olvida

-    Por otro lado, está la opción de que no seas el líder del grupo, ya sea porque no te apetece tomar responsabilidades, porque hay alguien más apropiado, o simplemente porque conduces a la gente irremediablemente al fracaso. En ese caso, mi recomendación es sencilla: ayuda en la medida de lo posible al que se esté comiendo el marrón de liderar al grupo, ya sea asumiendo alguna de sus responsabilidades, ayudándole con las suyas, o al menos, no causando más problemas.

Estas son algunas observaciones personales que, echando la vista atrás, encuentro importantes y significativas. Evidentemente, no es ni pretende ser un manual de trabajo en grupo, ni de liderazgo, ni ninguna de esas guías para que tengas confianza en ti mismo y puedas aparentar ser un buen candidato a ascenso, no: solo son algunos apuntes que estimo correctos para salir del paso en caso de encontrarte en un grupo en el que solo se dan palos de ciego y no se avanza en ninguna dirección. Cuando pase eso, tú di algo, lo que sea, que da igual que esté bien o mal, si nadie más propone otra cosa, el grupo te seguirá sin chistar.
Por cierto, esto no funciona con igual efectividad en un grupo de amigos porque en esa clase de grupos, el rol está mucho más establecido que en el caso de los grupos de trabajo, por lo que aunque quieras asumir la postura de líder, si no va contigo, no podrás engañar a nadie.

Ah, sí, una última cosa: la figura del líder a todo el mundo le motiva y le encanta, hasta que hay que pasarlo mal. Cuando se dice esa frase heroica de: “un líder no está por él, sino por ellos” (o sucedáneo), la idea implícita de que el que tiene la responsabilidad lo pasa mal es completamente cierta: curra más que los demás, consigue lo mismo o incluso menos, termina minando las relaciones personales con los demás, no suele ser un esfuerzo nada agradecido… es una responsabilidad, no un capricho.

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