1.2.13

Yomecomprometo


En primer lugar, quisiera enfatizar la importancia de publicitar cualquier iniciativa que tenga por objetivo terminar con la violencia, y más aún, con la violencia de género, que tantas vidas destroza en las sociedades de todo el mundo, ya sean del primer o del tercer mundo.

Existe numerosa teoría desarrollada sobre el tema, especialmente desde el siglo XX, cuando la mujer empezó a ser algo más que un cuerpo sin alma que servía para procrear e inducir al pecado a los buenos virtuosos de Dios.

En la actualidad, las numerosísimas campañas de concienciación ciudadana, combinadas con nuevas formas de entender desde la propia familia que hombres y mujeres solo se diferencian en el sexo, está ayudando a crear sociedades en las que las mujeres poco a poco van saliendo del lodo machista en el que han estado asfixiadas desde que las sociedades existen (esta afirmación es genérica, y por supuesto existen casos de sociedades matriarcales; no obstante, éstas son las menos con diferencia abismal).

Actualmente, siguen existiendo numerosos ejemplos del machismo falocéntrico de las sociedades modernas (todos sabemos que las mujeres ganan de media un 30% menos que los hombres en un mismo puesto y con la misma formación,  que las mujeres tienen mayores dificultades para ser contratadas, o que en el núcleo familiar aún se sigue arrastrando la imagen de la mujer como "ama de casa", criadora de los niños y subyugada complaciente), pero poco a poco va cobrando fuerza un movimiento que, si bien se camufla bajo el pretexto de "igualdad", busca una nueva situación de desigualdad, pero esta vez con los papeles invertidos.

Es cierto, y entiendo que se haga así (entiendo, que no apoyo), que para vencer a una tendencia social tan profundamente arraigada en las entrañas de la sociedad haga falta un movimiento en la misma dirección pero sentido contrario (como un contrapeso) y con una fuerza mayor que la existente previamente, o en otras palabras: que se supere el machismo con un feminismo más intenso que el propio machismo.
Es un sistema que acelera los resultados, pero como cualquier cosa que se hace rápido, sale mal.

Antes de continuar, aclararé que el hecho de que acuse a los movimientos proigualdad de género de feministas consiste en la devaluación legal de las libertades de los hombres con respecto a las mujeres.
Un ejemplo de esto, sacado del artículo del ABC (enlace aquí), un hombre que sea maltratado por una mujer, ya sea física o psicológicamente, si trata de denunciar el maltrato se arriesga a que la mujer alegue que él la atacó primero para que la denuncia al final recaiga sobre él.

Otro ejemplo de esta discriminación positiva consiste en que, si una mujer llama a la policía y alega que su marido/novio/parejadehecho/etc o ex la ha maltratado, amenazado, o cometido alguna falta hacia la dignidad de su persona, se pone automáticamente un aviso de detención para este hombre, que se ve obligado a ir al calabozo de la prisión de manera preventiva para proteger a la mujer.

Este ejemplo en concreto se está repitiendo cada vez más, de manera que los hombres han perdido la presunción de inocencia a favor de las mujeres, y si bien es cierto que es una medida que sin duda ayuda a muchas mujeres maltratadas, también ayuda a muchas... inconscientes, por no ser desagradable, que no se dan cuenta que están destrozando, por un lado una herramienta de protección para mujeres que realmente necesitan ser protegidas de sus parejas, y por otro, la confianza en las herramientas utilizadas para lograr esa protección que tanto se necesita.

La educación está cambiando poco a poco la mentalidad de las personas, en concreto los esfuerzos se están focalizando en las nuevas generaciones y en los jóvenes, a quienes se les busca educar en valores igualitarios. Es cierto que en personas adultas los resultados no cumplen lo deseado y requieren de otras formas de "educación social", pero actuar sin pensar las consecuencias provocadas por la desigualdad de derechos conduce, más que al equilibrio, a que se encarnice una guerra entre los dos sexos: unas acusando a los otros de manera injustificada, y los otros reaccionando conforme a esas acusaciones de manera que, si no pueden defenderse, al menos que no sean "injustificadas".

En un peligro a largo plazo en tanto que se crean una serie de tensiones sociales que muchos ignoran deliberadamente, más aún cuando parece que son los más interesados.

Si alguien lo considera un absurdo, que se plantee lo siguiente: en cuantas campañas de concienciación contra el maltrato se ha planteado, siquiera levemente, al hombre como el maltratado.
De todas las campañas hechas, ¿en cuántas se dedican cinco segundos a evitar el uso indebido de las herramientas de protección creadas por las distintas organizaciones e instituciones? ¿En cuántas se pide un uso responsable?
Las propia justicia está atada de pies y manos: ¿qué juez se atrevería a acusar a una mujer de maltrato masculino? Más aún, sabiendo que los medios de comunicación exaltarían la opinión pública para vender más publicidad en sus periódicos enfatizando la noticia y desvirtuándola hasta donde solo la prensa es capaz de llegar.


No damas y caballeros, no se trata de tener el mismo número de hombres y de mujeres en una empresa, ni de poner siempre "alumno y alumna", "miembro y miembra" (como felizmente dijo la ministra de igualdad Bibiana Aído), ni de dar automáticamente la custodia legal de los hijos a la madre antes que al padre, ni de permitir el maltratado masculino, de denunciar a ancianos que dejan pasar a las señoritas en el autobús, o de mandar al calabozo a tíos que llaman gorda a su pareja y no a mujeres que llaman pelele a su análogo.


Por último, mis discurso está evidentísimamente inclinado a la defensa y crítica de unas posiciones ideológicas determinadas, y temo sinceramente, que aquellas personas que lo lean y vean su ideología atacada por un pacotilla de tercera crean que mi forma de pensar esta enfrentada con la suya propia. Nada más lejos de la realidad.
No puedo, sin embargo, ponerme a ensalzar la multitud de mujeres que han conseguido salir de una espiral de violencia y tortura gracias a todos los mecanismos que están apareciendo. Tampoco puedo enfatizar la cantidad de mujeres que aún necesitan ayuda, ni la multitud de cambios que necesita la sociedad para alcanzar la tan deseada aspiración de la igualdad de género.
No puedo porque de hacerlo, el objeto de esta disertación de tan dudosa calidad perdería los márgenes tan definidos del objetivo planteado: avisar de que enfrentarse a la desigualdad con más desigualdad no logrará el equilibrio buscado, sino que empeorará las cosas. Al combatir el fuego con fuego todos acaban quemados, como suele decirse.


Espero sinceramente que este artículo llegue a aquellas personas que, tan extremistas como irracionales, lo lean con desprecio y rabia para que así, cuando me pongan a caer de un burro y hagan con mi blog su acerico personal, las personas cuyas neuronas todavía funcionan vean lo que genera la ignorancia cuando los medios de comunicación explotan algo tan profundamente importante como son los malos tratos, o las injusticias por razón de género. Así, tal vez, las propias premiadas por el ministerio de igualdad vean que en este universo no hay acción que no genere una reacción contraria, y que lo que se está haciendo, tiene un potencial destructivo incalculable.

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